Cadernos de Pesquisa - Volume 9 - número 22 - page 72

La filosofia de la educación como ejercicio... -
Andrea Díaz Genis
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. 2014.
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El maestro del cuidado de sí, es precisamente aquel que
ayuda al sujeto a generar esa inquietud sobre sí mismo, los otros
y el mundo, que le lleva a cambiar la mirada, prepararse en el
autoconocimiento, para profundizar y convertir su manera de ser
y estar en el mundo. Aparece en este texto una metáfora muy
interesante acerca de la mirada del otro. En un parte del diálogo le
dice Sócrates a Alcibíades “Mírate a ti mismo” (132 e). Mas como
sabemos nadie puede mirarse a sí mismo sino a través de algo que
le refleje su sí mismo, nuestros ojos no pueden vernos a nosotros
mismos, sino a través del espejo o un reflejo de nuestros ojos en
los ojos del otro. Si el hombre es su alma, mirar lo que uno es, es
mirar la propia alma en el otro.
¿Te has dado cuenta de que el rostro del que mira a un ojo se
refleja en la mirada del que está enfrente, como en un espejo, en lo
que llamamos pupila, como una imagen del que mira?”(133ª).
El parelismo, o lametáforaquenos acercaenel autoconocimiento
y el cuidado de sí mismo al cuidado del otro está ahí tan bellamente
presentada. Así como a través de la visión el ser humano puede
verse reflejado en la mirada del otro, (más precisamente en el iris
del otro) el sujeto solo se ve a sí mismo en el alma del otro.
Si el hombre es su alma, mirararse lo que uno es, es mirar
la propia alma en el alma del otro. Esta es la finalidad del diálogo
filosófico, la convivencia en una escuela filosófica con los compañeros
amantes de la sabiduría. Y no se trata de verse en cualquier parte del
alma del otro, sino en la mejor parte del otro que es la que refleja
la sabiduría. Y qué mejor manera de mirarse, cuestionarse a sí
mismo, conocerse, que en la relación con un maestro que ha sabido
a su vez cuidarse, inquietarse, mirar profundamente a sí mismo y
al mundo, como es el maestro socrático de la inquietud de sí. La
parte que mejor refleja el sí mismo, es el pensamiento, la parte del
alma donde residen la razón y el saber. Esta es la parte más divina y
luminosa del alma. La función pedagógica y psicagógica del maestro
espiritual es ayudarnos a vernos y a conocernos en la parte más
divina que somos, es decir, la parte en la que reside la sabiduría. Y
esto supone trabajo, ascesis, pero también una relación erótica, eros,
amor. Sobre esto no me voy a detener aquí, pero Foucault dice en
la
Hermenéutica del Sujeto
que eros y askesis son las dos maneras
en las que la espiritualidad en Occidente pensó que el sujeto debe
ser transformado para acceder a la verdad (1982: 18).
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